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QUE NADIE TE LA QUITE, LA ESPERANZA

 

... pusimos todas nuestras esperanzas en que las altas temperaturas del verano acabarán con el bicho y que este nos daría una tregua después del confinamiento inicial, pero no ha sido así; con la llegada del buen tiempo y tras tantos meses encerrados, se nos acrecentaron las ganas de salir, de celebrar encuentros, reuniones, viajar, compartir, vernos y abrazarnos, cantar y bailar juntos... y con ello olvidamos que teníamos un amigo más que respetar o un enemigo al acecho, alerta, contra el que había que luchar.


Porque tanto vale, si al Covid-19 creemos que hay que respetarlo y cumplir con todo el sinfín de novedades que ha originado, como si pensamos que es el enemigo a batir y hay que luchar contra él, con todos los medios a nuestro alcance.


Es evidente que de una manera u otra,  la lección que hemos de  aprender es, que se queda con nosotros, que  conviviremos con él y que para ello hay que compartir y cumplir todos los condicionantes que nos ha puesto.


... y sentada en la arena contemplando la inmensidad del mar como una de las maravillas más grande que nos ofrece la naturaleza y observando los tonos de azul con el gris que enmarca la nueva estación del otoño, ... pensaba yo, que si ella ( la naturaleza) tal y como se dice es tan sabia, y siempre nos ofrece sus recursos y su bondad, con imágenes tan espectaculares como la que me estaba deleitando, tal vez con el envío del nuevo virus, se está protegiendo a sí misma y advirtiéndonos de que  el mundo entero debe cambiar y ahora es el momento, aprendamos pues la lección, empecemos a vivir con la responsabilidad y el respeto que ella merece demostrándole que  ser parte de ella, es amarla y cuidarla! y así de esta manera,  aún nos quedará aquello que nunca se pierde: LA ESPERANZA


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